jueves, 13 de diciembre de 2012

REQUIEM




REQUIEM

No pretendo asustar a nadie ni presumo de gustos retorcidos y balaustrados, mas ¿Qué hay humano sino la vida y su contraria la muerte? Femeninas las dos. Les gusta exhibirse  y a lo grande, a lo sincero, a lo desnudo.
Nacemos para morir. Morimos para renacer. Una sentencia es física y la otra religiosa e ideológica. Por eso las religiones tienen tanto éxito, nos aseguran un después. Es extraño este binomio: asegurar, fidelidad. Somos leales a quién nos asegura un porvenir, el futuro. Ya sean religiones o patrones, a ambos se les perdonan excesos y defectos múltiples. Son los dueños de nuestro devenir, en los que confiamos nuestro posible futuro. Lo curioso es que nos tranquiliza, nos da estabilidad emocional y reduce nuestros impulsos violentos. A mas incertidumbre más violencia social e individual, este binomio lo sabían bien los faraones egipcios, el libro de los muertos es un claro aviso a los futuros regentes.
Casi nadie sabría decir lo que ha hecho, con exactitud, los últimos años. Pero todos podemos disertar durante horas lo que queremos que ocurra en los cuatro siguientes. Esta paradoja circular nos lleva a un deseo interior, se lo que quiero y quiero que alguien me lo asegure. De esto viven también los políticos, sino no es explicable tanta fidelidad ante tanta burda mentira, sabemos que nos mienten pero esto nos conforta y es eso lo que buscamos.
Los líderes ofrecen la tranquilidad de un después controlado y asegurado. Se arriesgan a ir al rio, es su misión natural. El ser humano pelea el presente y se vende por el futuro, muchas veces representado en los hijos, de ahí surge la estigmatización de no tener hijos; parte de ti no seguirá en el Mundo tras tu muerte. Hay que cuidar nuestro legado biológico a toda costa, incluso nosotros mismos. No hay mayor héroe que la que se sacrifica por un hijo. Los romanos estaban liberados de la actual ligazón consanguínea. Pero también necesitaban saber que les ofrecerían un Réquiem junto a sus manes, lares y penates. Necesitaban saberse transcendentes.
FCO. JAVIER ARTAL 

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