LA VANIDAD
La expresión más clara y perfecta
de la concepción naturalista del egoísmo humano es la declaración de que el
hombre desea poder y más poder, espontanea y continuamente, fruto del mismo
egoísmo, y no por razón de la suma de innúmeros deseos aislados, cuya causa
serían innúmeras percepciones aisladas.
De este modo, la lucha por el
poder puede ser tanto racional como irracional. Sólo el afán irracional, que es
más frecuente que el racional, puede considerarse como egoísmo humano natural.
Pues este último no le es innato y el afán racional de poder es en sí mismo
finito, mientras que el irracional, egoísmo natural del hombre, se basa en el
placer que alcanza éste en la consideración de su propio poder, o sea, en la
vanidad. El origen, pues, del egoísmo natural del hombre no es la percepción,
sino LA VANIDAD.
FRANCISCO SESMA
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